Uno de los descubrimientos más valiosos en este proceso, ha sido darme cuenta de quién soy, que deseo hacia dónde voy. Descifré que mi consumo estaba principalmente ocasionado por temor a enfrentar la sociedad, a mostrarme como soy, a ser yo misma, emitir mis ideas, avanzar un poco espiritualmente y reencontrarme con mi persona. Antes solo visualizaba una inminente muerte, borracha y sola. Quiero dar gracias al equipo terapéutico por lograr cambiar mi proyecto de muerte por un proyecto de vida.

Hace un par de semanas cuando le conté a mi familia que existía la posibilidad de graduarme, mi hijo mayor me preguntó si eso significaba que ya no iría más a terapia, y le pregunte qué opinaba de mi cambio. Agachó su cabeza y llorando me pidió que jamás volviera a esa etapa. Que no lo escuchaba, que no lo abrazaba, que nunca estaba en casa y que cuando estábamos solos y su mamá estaba en el trabajo, yo no le daba comida y dormía todo el día. Hoy no sé si seré un superhéroe, pero lucharé diariamente, por aconsejarle, por poder decirle con autoridad que es lo bueno y lo malo, por educar a mis hijos con el ejemplo y la sobriedad que me permitió la rehabilitación.

Me costó mucho identificar que la adicción es la consecuencia y no la causa. Pasé de ser una persona negativa, que evadía la realidad, a ser una persona positiva que confronta sus problemáticas y desenmascara sus miedos. Redescubrí mi esencia y valores. Ahora estoy empoderado y reencantado el Vivir en Sobriedad.